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El brócoli es considerado uno de los vegetales más completos gracias a su contenido en sulforafano, un compuesto bioactivo que estimula enzimas antioxidantes en el cuerpo, ayudando a neutralizar radicales libres y a reducir la inflamación. Además, aporta vitamina C y calcio vegetal, lo que fortalece el sistema inmunológico y contribuye a mantener huesos fuertes.

Las zanahorias destacan por su abundancia en betacarotenos, pigmentos que el cuerpo convierte en vitamina A, esencial para la visión nocturna, la salud de la piel y el buen funcionamiento del sistema inmunitario. Incluir zanahorias crudas o cocidas en la dieta diaria no solo aporta dulzura natural, sino también un valioso efecto protector frente al envejecimiento prematuro.

El tomate es una excelente fuente de licopeno, un carotenoide con potentes propiedades antioxidantes que ayudan a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y a proteger la salud prostática. Curiosamente, el licopeno se absorbe mejor cuando el tomate está cocido y acompañado de una pequeña cantidad de grasa saludable, como el aceite de oliva.

El ajo y la cebolla contienen compuestos azufrados, como la alicina, que poseen efectos antimicrobianos y antiinflamatorios. Estos vegetales ayudan a reducir la presión arterial y los niveles de colesterol LDL, favoreciendo la circulación y disminuyendo el riesgo de enfermedades del corazón. Además, potencian el sabor de los platillos sin necesidad de añadir sal en exceso.

Los pimientos de colores brillantes son ricos en vitamina C, incluso más que los cítricos, lo que los convierte en aliados indispensables para reforzar el sistema inmunológico y favorecer la cicatrización. También contienen fibra y antioxidantes que protegen las células del daño oxidativo, contribuyendo así a un organismo más resistente y saludable.